martes, 24 de marzo de 2020

APUNTES SOBRE EL 24 DE MARZO DE 1976


Nos levantamos por la mañana con la noticia del golpe – anunciado, preparado, ensayado, advertido – y fuimos a trabajar como todos los días, salimos a la calle, tomamos el tren, pasando entre cientos de rostros tristes, indiferentes, sin ningún atisbo de reacción. Ya en el trabajo , la advertencia velada de los delegados: cuidarse, no decir nada, evidentemente estábamos derrotados.
El golpe sacó del gobierno a la presidenta María Isabel Martínez de Perón, claro que no por sus errores si no por sus aciertos (como pasó siempre con lo golpes militares), la Junta Militar tomó el poder e inmediatamente se inició el plan de exterminio de los cuadros populares, revolucionarios, sindicales, estudiantiles y paralelamente – y no casualmente – se entrega la política económica a la oligarquía agroganadera (Martínez de Hoz), aunque ésta no llega a cumplir con todos sus objetivos debido a la resistencia de los militares a privatizar totalmente la economía (por el contrario el sector estatal creció ostensiblemente durante la dictadura).
El clima generado antes del golpe fue planeado minuciosamente: crisis económica, inflación, corrida cambiaria, campaña de medios (incluso algunos de “izquierda”) alimentando la sensación de caos, aislamiento internacional, etc. Aquél 24 de marzo estaba a pocos meses de las elecciones generales (con el peronismo dividido y fagocitándose no es descabellado pensar que las hubiera ganado Alfonsín), y por eso el golpe no podía demorarse.
Los salarios, que venían indexándose mensualmente, fueron congelados por tres meses lo que provocó una pérdida de poder adquisitivo del 30% (un brutal ajuste, claro); gran cantidad de militantes tuvieron que esconderse o exiliarse para salvar sus vidas.
Un puñado de hombres (Videla, Massera, Harguindeguy, Cacciatore, el mismo Martínez de Hoz) se convirtieron en dueños de vidas y haciendas aprovechando una “legitimación” que muy pocos se animaron a cuestionar en un principio. Es decir, medios de comunicación, el Poder Judicial, la cúpula eclesiástica, las asociaciones empresarias, los gobiernos de Occidente y buena parte de la sociedad avalaron el golpe militar, permitiéndole contar con un cheque en blanco que duraría por lo menos tres años, a partir de lo cual las denuncias sobre violaciones a los Derechos Humanos tomaron tal entidad que ya no pudieron ocultarse.
El sistema económico perverso que instauró el Proceso modificó radicalmente todos los parámetros de nuestra actividad como Nación: endeudamiento insoportable, desindustrialización, hegemonía del dólar como moneda de resguardo y operaciones inmobiliarias, especulación financiera fueron la herencia de este período nefasto de nuestra historia. La gigantesca bicicleta montada por el ministro de economía y la correspondiente burbuja inmobiliaria estallaron en marzo de 1981, al momento de recambio de la Junta y del gobierno todo, entrando el país en una espiral inflacionaria y de inestabilidad permanente que tardamos diez años en controlar.
La dictadura marcó a fuego a las generaciones que la sufrimos y creemos que también a las siguientes al mostrar la cara monstruosa del terrorismo de Estado, y esto último es un logro extraordinario de los Organismos de DDHH y de los gobiernos populares que rigieron a la Argentina entre el 2003 y el 2015. Todavía cientos de responsables no tienen condena y cientos de nietos no conocen su verdadera identidad.
Memoria, Verdad y Justicia para nuestros compañeros y Memoria y Aprendizaje para las generaciones que nos sucedan.

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